Mad Hatter | Extracto

  ¡Wo-hola cazadoreees! ¿Qué tal estáis? Siento mucho haber abandonado el blog, pero estos días he estado muy ocupada, y el poco tiempo que tenía lo aprovechaba para pasarme por blogs y responder comentarios, y aunque todavía me faltan aquí estoy. Últimamente me ha dado por escuchar mucho a Melanie Martinez, y eso me ha brindado unas ideas increíbles. Hoy os traigo un pequeño extracto de una idea que rondaba mi mente desde hacía tiempo. Me gusta cómo ha quedado, aunque me gustaría saber vuestra opinión que es muy importante para mí. Me he inspirado en esta canción, de Melanie (click aquí).

  Me dijeron que estaba loca. Me dijeron que me iban a curar. Pero lo único que hicieron tras salvarme de los esquizofrénicos de mis padres fue encerrarme.

Y en vez de curarme, decidieron alimentar mi poca cordura con promesas que nunca se cumplieron. Me “salvaron” cuando tenía catorce años. Ahora tengo dieciocho. ¿Y qué ha pasado tras estos cuatro años de tortura y locura? Nada. Absolutamente nada.

Excepto una cosa: cada día estoy más loca. Hay veces que me río sola, que empiezo a gritar porque quiero y no porque haya alguien que me obligue.

—Cemeena —dicen mi nombre. Levanto la cabeza, con una sonrisa tonta de oreja a oreja. La camisa de fuerza que me aprieta los hombros y los codos me impiden moverme sin parecer un pingüino—. Tienes que acompañarme.

Melanie es la única persona con la que he hablado estos largos años. Además de conmigo misma. Mil cuatrocientos sesenta y un días contados. Sola.

Entra en mi celda, la cual abre con una llave que cada día es distinta, me coge de uno de los hombros (el izquierdo), me empuja fuera de mi pequeña habitación, que tiene solo un retrete, una cama y cuatro paredes, una adornada por una ventana. Oigo más gritos que antes me parecían desapercibidos. Risas de locos, gritos, personas hablando solas. Son como yo.

—¿A dónde vamos? —pregunto inocentemente, dando un traspie con el suelo gris.

—Aunque te lo explicase no lo entenderías —responde de manera altiva.

—Inténtalo —replico.

—No.

—¿Crees que estoy loca?

—Creo que eres especial.

Caminamos y caminamos por inumerables pasillos que me marean. Izquierda, derecha, recto, izquierda, izquierda. Entramos en un ascensor. Y vuelta otra vez: derecha, recto. Encontramos una puerta. Melanie estira la mano y una pantalla táctil aparece a cinco centímetros de mi nariz.

—¿Quién requiere los servicios del Comandante Leaves? —inquiere una voz mecánica. Su tono de voz, rugoso y robótico, me hace esbozar una sonrisa. Una carcajada se escapa de mi garganta.

—Cemeena Lodhouse —contesta Melanie como si nada. Me echa una mirada que censura mi risa al instante—. Quiero que intentes ser lo más seria que puedas. Ninguna sonrisa, ni carcajada, ni gritos. ¿Me oyes?

—Te oigo.

—Espero que no me decepciones.

Me empuja dentro de la habitación del Comandante Leaves. Le recuerdo perfectamente: promesas rotas, una cicatriz en el ojo que me aterraba, gritos y saliva salpicándome de arriba abajo, pelo enmarañado. Sigue siendo como lo recordaba. Pero soy yo la que he cambiado.

He prometido ser buena.

Pero esa cualidad no forma parte de mí.

 ¿Qué os ha parecido este pequeño extracto? La inspiración al fin ha venido a mí, por eso he podido escribir esto. ¿Qué os ha parecido el personaje de Cemeena? ¿Os interesaría saber sobre su pasado? Espero ansiosamente vuestros comentarios, y... ¡Qué paséis un buen fin de semana y que cacéis muchos vampiros! :3